martes, 22 de enero de 2008

Días de sol

From: gollomez
To: 70kilos 257gramos
Subject: RE: Días de sol
Date: Mon, 21 Jan 2008 19:04:50 +0000
gracias, realmente creo que la expresión artística sea cual sea, debe inmortalizar el instante vivido por alguien que no ve la realidad como el resto, que entreve algo más.Para mí el texto es precioso, algo muy vivo...me pregunto si para el resto será igual, o si yo no hubiese estado contigo que impresión me llegaría. Ese es el reto mi "buena promesa", hacer que todo dios pueda interiorizar en tu experiencia como si fuera propia, hacer que el lector se crea que es él el que vive en tu texto, que, por medio de la escritura consigas teletransportar al espectador a tu forma e intensidad de interpretar tu percepción en tu modo de vivir (tu filosofía), tu virtud sensitiva, tus juegos.Perdona mi poca claridad en la expresión, tengo en este instante dificultades para expresarme.Te extrañaré máquina compleja energética

From: 70kilos 257gramos
Subject: Días de sol
Date: Mon, 21 Jan 2008 12:23:27 +0000
Bdias, a veces se me ve en el campo.
Como ayer, ayer domingo me fui al campo, con mi fuente de inspiración y mentor Gollomez. Me desperté a las 09.15 en el sofá de Suko, me mojé las legañas y salí de la apatía. Entré en el metro y ya en casa de mi madre me duché y adapté mi estética a un día de campo, zapatillas de yonki, pantalones de pana y camisa de gorda franela. Me introduje en el coche de Gmez, el de la madre de Gmez, escuchando un viejo disco de Gomaespuma, mirando a través de la ventana las opciones cromáticas que quedan en la foresta, en ésta extraña miniprimavera aderezada de restos otoñales. Llegamos hasta Cercedilla, recorremos el camino que va desde la estación a casa de Belén y Carlos, rememoro la cantidad de veces que he hecho éste camino sino en soledad, en compañía del incombustible Tomi, todo sigue igual, pero hay mucha gente, los feligreses sacan de paseo sus vírgenes, la banda resuena bajo el tañir de las campanas, la vida de pueblo. Siento como una translación en el tiempo. La casa es cálida y nos recibe Belén, que con veintitrés años vive con Carlos, de treinta y cuatro, y convergen muy bien, se ve que hacen equipo. Ella no puede alejarse demasiado de los hospitales por una insuficiencia en sus riñones, su mala salud la compensa con una generosa y nada gratuita sonrisa. Nos divertimos mucho, Carlos no se deja ver, la noche anterior no dio tregua y hoy lo paga. Nos vamos a la granja. Según hemos avanzado por pistas forestales, miro y observo con satisfacción cada tronco del pinar, todo sigue ahí, las hojas pueblan el suelo, el campo gana presencia. Cuando dejamos el coche y alzo la vista hacia la granja, mi memoria sonríe ya que en otra circunstancia estuve aquí, con Tomi, toda una autoridad en la sierra de Mado, recorro las estancias que en su día conocí, recorro las praderas que en su momento pisé y me siento bien, le hablo a Belén de la rica coincidencia. A trote corto. Al parecer, una familia de Majadahonda no se presenta para la excursión ecuestre concertada, conozco a Caroline, una bilingüe francesa que no sé cómo demonios ha terminado allí haciéndose con el cuidado de los caballos, bueno, yeguas ya que ése cachito de terruño está gobernado por mujeres en toda su especie. Aparece Julio, padre de Bel y hombre de manos duras y entrañables, ha elegido el campo y la calma para su transcurrir en la vida (en silencio admiro su determinación), Julio vuelve a desaparecer. Caroline es una mujer sana y vigorosa, de cuerpo sexi y de facciones duras, tiene un encanto rural que no disimula con su libertad de expresión, el diálogo es fluido y mezcla nimiedades con declaraciones de intención. Tiene morbo, al menos. Se encuentra con Yuca, una joven yegua de pelo cano, esto es, una yegua de crines blancas y cuerpo cincuenta por ciento negro, cincuenta por ciento blanco. Puso a prueba nuestra virilidad ofreciéndonos cabalgar la yegua a pelo en un pequeño picadero, que dicho así resulta francamente tentador. Nos encaramamos a un murete y acomodamos culo sobre el lomo del animal, por otra parte dócil y agradecido. Paso, trote corto, alucino de nuevo y me visitan los fantasmas del pasado pues no acabo de fijar la cantidad de años que no me subo yo a un jaco, alucino con montar a pelo y sentir cada vértebra del bicho adaptarse como pieza de puzzle, de Lego o de Tente con mi afilado coxis, funciona. Mi cuerpo dirige al caballo, el milagro de la comunicación sensorial. Tras pasar con éxito de crítica y público la prueba ecuestre, nos enseñan tocar las tetas a las vacas, a hacer queso, a fermentar yogur, las instalaciones, los gallos, las gallinas... un enorme conejo que sale de cualquier lugar, hablamos mecidos por la brisa y valoramos el sol. Julio, me dice que existe la posibilidad de habitar en la " granja Playmobil", trabajas para ellos y recibes alojamiento y comida, como en el medievo. Me relamo por dentro comprobando la suerte que tengo para que se me planteé dicha opción, dada mi inercia vital, tan desasistida de elementos que me generen ilusión, mi disponibilidad es deslumbrante y le digo que acepto el reto. Él me habla de fechas algo remotas en el tiempo, yo le digo que necesito entrar ya, para febrero a lo sumo. Lo maduraremos a través del teléfono. Creo que he de salir del armario creativo y que ése lugar es cojonudo a tal fin. Un objetivo interesante. Volvemos a cabalgar, como Marlboro, ésta vez ensilladas las yeguas, ésta vez campo a través, ésta vez sin barreras físicas. Yo viajo con Luna o algo así, Gmez en una yegua más joven y nerviosa, yo cobardemente cojo el bicho manso, no me veo en el trotador, así que salimos, jugamos con los animales, con diferentes presiones de muslo, la yegua lee mis intenciones, ay, la comunicación, he de sortear ramas que se dirigen a mi cara, acaricio el cuello del animal en señal de agradecimiento y me río ante la feminidad de mi montura, cada vez que se aproxima un charco, lo sortea, evita manchar sus cascos con innoble barro, es descojonante la mente de Luna, que bien me lo paso... hasta que surge la moto de campo con su enérgica contaminación sonora, que ahuyenta mi calma y la de Luna, ella percibe mi miedo ante el descontrol y no llega a encabritarse, lo acepto como una muestra de confianza y generosidad por parte del animal, no dejo de palmear a mi niña y susurrar como un Robert Redford a escala a su oído, no dejo de sonreír en todo el día. Tengo mucha suerte de ser sensitivo y valorar lo que me encuentro, de veras que si. Órdenes de trotar, órdenes de detenerse, órdenes de todo tipo, nos llevamos bien y observo el arte del ciervo en su marco triangular, como a Chinarro, me gusta el campo. Volvemos, porque todo tiene un final, la granja espera y Belén nos regala dos yogures de medio litro, nos da de probar leche- leche, de la teta a la boca y te diré que sabe de otro modo. Me esperaba algo hasta desagradable, a veces las cosas naturales son cruditas y desagradables, pero, tenía cuerpo, tenía presencia, se podría cortar con un cuchillo la leche bebida, bebes proteína y bebes vida, otra retroimagen evocadora de la dura infancia y los duros primeros días. Leche de teta, fuente de vida. Hemos regresado a casa de los niños. Carlos se adorna en la ducha mientras le esperamos en el salón, sale con el pelo alborotado y la calma del descanso, se descojona ante las impresiones expresadas por las emociones sentidas, puede llegar a parecer humor para el profano escuchar lo que decía, pero vive Diosh que lo hablaba con conocimiento de causa, que bueno y sencillo. Gmez y C hablan de pintura y de piezas, yo hablo con Belén de lo que veo. El domingo me depositó en Alcobendas, donde Gmez comía, he tomado un autobús verde repleto de inmigrantes, los pobres somos los únicos que vemos sentido al transporte público, me he tomado tres plátanos y dos manzanas, he llegado a Plazapastilla con el tufo de la fruta consumida, con la calma, aún hay poderoso sol de estío, aún hay calor. Me desplazo a Casasuko, no encuentro más que la callada por respuesta, voy a Casalex y con la llave entro, dentro de la nevera el regalo bífidus y pa la calle. Al Retiro, me acomodo entre el estruendo de una batucada precarnavalera, con los habituales colgaos del bongo, las latas ruidosas y cositas con la que construir un compás, el milagro de la comunicación, me acomodo al sol de la piedra granítica y me acuerdo que estoy cansado, así que me duermo hasta que el frío me despierta. Las voces, los ruidos, los perros, los malabares, el afán por llamar la atención, las demandas de cada cual se exhiben sin pudor. Yo ya tengo frío y mandíbula desencajada, me bebo el Dan´up (creo que soy el único que no bebe cerveza, me acuerdo de mi Almudena y mi Marta, de lo que les impresiona ver a gente borracha y ociosa, valoro mi sobriedad con satisfacción y les doy la razón, reivindico la naturalidad sin aderezos drogaínicos). Es fácil ser uno más, no es nada fácil tratar de ser uno. He acabado en Casasuko, le he dado mi bendición para su viaje y él me ha llenado la boca con espaguetis y chorizo, potente y sabroso. Hemos llenado la estancia de humo mientras videamos una película de L.A. en la tele. Hemos hablado con Víctor, hemos cerrado el capítulo de Gmez. Me gusta veros partir en diferentes rumbos, no me gusta ver cómo os alejáis de mi, prevalece vuestro viaje y sensación a la pena de una ausencia temporal. Coño que somos afortunados. Desasistido no quedo, siempre hay algún náufrago por los mares de Mado, siempre hay algo que puedas transmitirme para llenar una necesidad, nunca un vacío. Ant, sentimentalmente pasivo, vitalmente activo.

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